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Capacidades financieras de las mujeres: Evidencia del impacto en su bienestar financiero y las brechas que persisten

Aunque Chile tiene una de las políticas más efectivas de inclusión financiera en la región, todavía no ha logrado que las herramientas financieras sean incorporadas masivamente por la población más vulnerable, especialmente las mujeres.
Foto: Gentileza Proyecto Capital, Piloto de Educación Financiera del FOSIS (2018).

Durante el 2020, el Instituto de Estudios Peruanos y la Universidad de La Frontera a través del Centro de Excelencia de Psicología Económica y del Consumo CEPEC, con el apoyo del IDRC de Canadá, realizaron la evaluación al Programa de Educación Financiera del Fondo de Solidaridad e Inversión Social FOSIS de Chile.

La evaluación consideró el análisis de más de 34.000 registros administrativos que estuvieron por más de 8 años “guardados” o “dormidos”, y que fueron recogidos, tanto al ingreso como a la salida, de los participantes del Programa entre 2012 y 2019.

Adicionalmente, para contar con información de los perfiles y evaluar los efectos del Programa en las usuarias, se realizó una encuesta de capacidades financieras representativa a nivel nacional, que fue aplicada en el segundo semestre del 2020 a más de 600 mujeres que hacen parte de los programas sociales.

Los efectos del Programa sobre las capacidades financieras de las mujeres

Los resultados marcan un precedente para el accionar de políticas públicas de educación financiera en programas de protección social. Desde la gestión del FOSIS, focalizar la atención sobre un grupo de usuarias, entregando contenidos que se ajusten a sus necesidades, resultó efectivo para mejorar la permanencia en el Programa.

A su vez, la encuesta aplicada entre agosto y octubre de 2020 arrojó diferencias estadísticamente significativas en las siguientes variables de análisis:

  • El 45,8% de las mujeres participantes del Programa de Educación Financiera declaró que siempre realizan y siguen un presupuesto, frente a un 29% sin Educación Financiera. Además, un 63% de ellas dijo que habían elaborado un plan financiero para algo que querían lograr, frente a un 40,4% sin Educación Financiera. Esto se considera un efecto positivo del Programa.
  • El grupo que recibió Educación Financiera en una mayor proporción señala ahorrar (74,1% con Educación Financiera frente a un 57,7% sin ella).
  • Están menos endeudadas en gastos cotidianos del hogar (11,4% con Educación Financiera frente a un 19,2% sin ella).

Respecto a las actitudes hacia la compra destaca la presencia de un estilo actitudinal racional por sobre los estilos compulsivos e impulsivos. En cuanto a satisfacción con la vida, los resultados generales dan cuenta de una tendencia hacia la satisfacción, lo que implica que las mujeres evalúan su vida global en forma positiva.

Un elemento sobre el que es necesario profundizar y que el programa no está logrando incidir, es que la carga de la administración financiera recae principalmente sobre las mujeres, no siendo compartida con los demás miembros del hogar. Esto muestra que no se han registrado cambios significativos en los roles de género tradicional, donde el mundo de lo doméstico y, en ello las finanzas familiares, sigue siendo ejercido fundamentalmente por las mujeres.

Las brechas que persisten para una inclusión financiera de calidad para las mujeres

Los principales resultados encontrados en el análisis a los registros administrativos de 8 años de implementación del Programa de Educación Financiera, dan cuenta de la evolución en el tiempo de los comportamientos financieros, pero también de las brechas que persisten para las mujeres:

  • Pese a que las mujeres declaran mayor ahorro formal que los hombres, principalmente asociado con el ahorro en las cuentas vistas (Cuenta Rut) y las cuentas de ahorro para la vivienda, persisten las brechas en el acceso a una mayor diversidad de productos de ahorro para las mujeres, asociados al ahorro previsional, depósitos a plazo, ahorro para fines específicos e inversión (sólo un 1,4% se encuentra ahorrando en depósitos a plazo, APV, acciones o fondos mutuos).
  • Se evidencia un incremento en el tiempo del ahorro para la compra de alimentos, pasando desde un 6% en el año 2013 hasta alcanzar un 27% en el año 2019, siendo incluso más importante en 2018 y 2019 que el ahorro para la salud. Adicionalmente, el ahorro para afrontar una pérdida del empleo alcanzó en el año 2019 sólo un 5%, lo que da cuenta del grado de vulnerabilidad al que están expuestas las mujeres ante una pérdida repentina de su fuente de ingresos.
  • El endeudamiento para adquirir artículos de alimento y aseo fue aumentando de forma progresiva, pasando de un 9% en 2015 a un 24% en 2019, posicionándose en los años 2017, 2018 y 2019 como el principal motivo de endeudamiento.
  • Las mujeres declaran tener mayor deuda que los hombres principalmente asociado al mercado del retail. Las mujeres acceden más que los hombres a créditos de casas comerciales (37,3 % para las mujeres y 25,3% para los hombres). Sin embargo, el acceso de las mujeres a productos de crédito con entidades financieras es menor que los hombres (9,4% para las mujeres y 12,6% para los hombres), lo que evidencia una brecha en el acceso a productos de crédito para las mujeres que se condice con las cifras a nivel nacional para Chile.
  • Un signo más de alerta sobre la crisis económica actual, derivada de la pandemia del COVID-19, es que casi la mitad de las mujeres encuestadas o está atrasada o no está pagando su deuda (el 36,3% está atrasada y el 11,1% no se encuentra pagando).

En resumen, la evaluación nos muestra que el programa de educación financiera efectivamente contribuye a que las mujeres fortalezcan y enriquezcan sus estrategias de planificación financiera.  Sin embargo, pesar a que se ha logrado que las mujeres tengan una cuenta simplificada (pueden abrirla con sólo con presentar su documento de identificación o DNI), la responsabilidad de promover un mayor acceso, que sea de calidad y diverso, debe ser compartida por todos los actores que conforman el sistema.

Chile, a pesar de contar con una de las políticas más efectivas de inclusión financiera en la región y con una estrategia nacional de educación financiera, no ha logrado dar aún el salto para que las herramientas financieras (como productos de ahorro, seguros, créditos formales y ahorro previsional), sean incorporados masivamente por la población más vulnerable, y en especial por las mujeres.

Es por eso que, para que las políticas sociales sean efectivas y diferenciadas, el desafío es lograr la articulación desde los múltiples actores que trabajan alrededor de la inclusión y educación financiera. Esto representa una ganancia en dos vías. Por un lado, permite entregar información pertinente y oportuna a las mujeres que participan del programa. A su vez, se busca promover que exista una mayor oferta, y que sea de calidad, con productos que respondan a las necesidades de esta población. 

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