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Inclusión financiera de las mujeres rurales en Colombia

El valor de un enfoque integral para abordar sus barreras; experiencias de un estudio en el Valle del Cauca.
Mujeres riendo en el Valle del Cauca, Colombia.

En las últimas décadas, la inclusión financiera ha adquirido una creciente relevancia en las agendas políticas de gobiernos tanto de economías desarrolladas como emergentes, así como de organizaciones multilaterales. Esto se debe a que la inclusión financiera—entendida como el acceso y uso asequible, oportuno y adecuado de una variedad de productos, información y servicios financieros regulados—se reconoce hoy como un elemento clave, no solo para fomentar el desarrollo económico, sino también para impulsar la transformación social, la reducción de la pobreza, la mitigación de crisis y el desarrollo del capital humano, con el fin de beneficiar a todos los segmentos de la sociedad.

Sin embargo, en América Latina, los desafíos que limitan la inclusión financiera de las poblaciones tradicionalmente excluidas se agravan notablemente en las áreas rurales, en donde para el 2022, el 41% de la población rural en esta región vivía en condiciones de pobreza, frente al 26% en las zonas urbanas. Esta situación de pobreza reduce significativamente las oportunidades de inclusión financiera, ya que las personas con bajos ingresos enfrentan mayores barreras para acceder a servicios financieros formales, lo que perpetúa su exclusión y limita su capacidad para mejorar su bienestar económico. En el caso específico de Colombia, Banca de las Oportunidades reportó que, para el 2022, los grupos con menor acceso a productos financieros eran las mujeres y los habitantes de las áreas rurales.

En ese sentido, la Fundación WWB Colombia al reconocer la necesidad de generar nuevos conocimientos y enfoques que contribuyan al debate y a la reducción de las brechas urbano-rurales en el acceso y uso de servicios financieros, especialmente para fortalecer la autonomía financiera de las mujeres, llevó a cabo en 2023, la investigación “Inclusión financiera de las mujeres en la ruralidad del Valle del Cauca”. Este estudio empleó una combinación de metodologías cualitativas y cuantitativas y se realizó en seis municipios del departamento del Valle del Cauca. Su objetivo fue analizar, a partir de las experiencias de las personas participantes, las diversas barreras que enfrenta la población rural para acceder y utilizar productos financieros formales, con un enfoque de género.

Esta investigación reveló que, en todos los productos financieros formales analizados, hay una preferencia por los productos digitales. Sin embargo, los hombres tienen una mayor proporción de cuentas de ahorro (65%) en comparación con las mujeres (42%). Además, se resalta una diferencia en el uso de tarjetas de crédito, donde el 19% de los hombres indicó disponer de una, frente al 8% de las mujeres. Igualmente, los hombres muestran una mayor propensión a la solicitud de préstamos, con un 38% que reporta contar con uno en una entidad bancaria o cooperativa, frente al 28% de las mujeres. Estas discrepancias no solo reflejan diferencias en las preferencias y hábitos financieros, sino también sugieren la necesidad de estrategias más inclusivas y adaptadas a las realidades y necesidades específicas de las mujeres en la ruralidad, para promover una mayor equidad en el acceso y el uso de productos financieros.

Barreras para la inclusión financiera rural

La investigación consideró diversos tipos de barreras que la población femenina rural enfrenta para su inclusión financiera. Por un lado, se aborda el enfoque tradicionalmente predominante, que corresponde al análisis de las barreras de oferta y demanda en la inclusión financiera rural.

En el caso de la demanda, se encontraron diferencias notables en la participación económica entre hombres y mujeres. Durante el último año, el 42% de los hombres indicó tener un trabajo asalariado, mientras que solo el 20% de las mujeres reportó lo mismo. Además, se observó que las mujeres generan menores ingresos y su participación económica se concentra en pequeños emprendimientos de subsistencia que funcionan desde el hogar. Asimismo, hay una baja tenencia de activos: solo un 20% de mujeres son titulares de bienes inmuebles y un 10% posee medios de transporte, en comparación con un 31% de hombres en ambos casos. También se destaca la falta de confianza de las mujeres en sus habilidades para interactuar con entidades financieras formales y los bajos niveles de educación financiera, que limitan su capacidad de tomar decisiones seguras e informadas. Todos estos aspectos afectan el acceso y uso de las mujeres a productos financieros formales, ya que las aleja del sistema financiero y del manejo del dinero.

En lo que concierne a las barreras de oferta, se identificó que los productos y servicios financieros no suelen ajustarse a las realidades personales y comunitarias de la población rural. Esto se debe, en gran parte, a que en la ruralidad las personas perciben variaciones importantes en sus ingresos mensuales dada la estacionalidad de las cosechas y las fluctuaciones en el rendimiento agrícola; estos factores afectan su estabilidad financiera y limitan sus posibilidades de cumplir con los estrictos requisitos de las entidades financieras para solicitar productos asociados al crédito. Además, la escasez de oficinas bancarias con personal capacitado para atender solicitudes propias del contexto rural, agrava las dificultades de acceso y uso a los servicios financieros de las mujeres. En algunos casos, los sesgos presentes en las personas funcionarias de las entidades bancarias constituyen un obstáculo adicional. 

Nuevos enfoques: Dimensiones actitudinales en la promoción de la inclusión financiera en la ruralidad

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La investigación incorporó un enfoque comportamental, a partir del cual se abordaron los sesgos cognitivos y actitudinales, con el propósito de analizar los obstáculos de carácter psicológico y emocional que afectan la inclusión financiera de la población rural.

Los principales hallazgos incluyen:

  • El 48% de las personas participantes presenta una mentalidad de escasez alta. De este porcentaje, el 55% corresponde a los hombres y 43% a las mujeres, lo que significa que ellos parecen experimentar mayores limitaciones en su capacidad para considerar inversiones y planificar decisiones de endeudamiento y ahorro a futuro. 
  • En cuanto al locus de control, el 58% de los hombres y el 53% de las mujeres rurales registraron tener un locus interno, entendido como la percepción de contar con un alto grado de control sobre sus habilidades y acciones. La investigación sugiere que la diferencia entre hombres y mujeres podría estar influenciada por las normas de género prevalecientes en el contexto rural, donde los hombres suelen desempeñar un rol más protagónico tanto en la esfera pública como en la toma de decisiones en actividades productivas de gran escala.
  • Para la contabilidad mental, los hombres presentan una mayor proporción (88%) que las mujeres (83%), entendiendo a ésta como los métodos intuitivos que una persona utiliza para categorizar sus ingresos, fuentes y su impacto en los patrones de gasto y ahorro. Ésta también lleva a decisiones aparentemente irracionales, como ahorrar a tasas bajas y endeudarse a tasas altas.
  • En relación con el descuento intertemporal se registró que la población rural requiere una tasa mayor al 200% para preferir beneficios futuros, lo que indica una baja paciencia intertemporal y una marcada preferencia por recibir dinero en el presente, lo que puede privilegiar el uso de mecanismos informales de endeudamiento.

Barreras culturales y normativas en la inclusión financiera de la ruralidad

A lo anterior se subraya la importancia de considerar la división sexual del trabajo y las normas de género como factores fundamentales para lograr la inclusión financiera de las mujeres rurales. Reconocer estas dinámicas permite, por un lado, una comprensión más profunda de los desafíos y oportunidades que enfrentan las mujeres en el acceso a servicios y productos financieros y, por  otro lado, señala la importancia de implementar estrategias integrales relacionadas con el cambio social, el fortalecimiento de redes de apoyo y el desarrollo de políticas inclusivas que aborden estas barreras de índole sociocultural. En los territorios rurales donde se llevó a cabo la investigación, se destaca un entendimiento jerárquico del trabajo, dado que se valoran las actividades productivas que realizan los hombres por encima de las actividades de cuidado que realizan las mujeres, considerando a los primeros como los principales proveedores económicos y a las segundas como colaboradoras y administradoras del hogar. Esta división de roles limita la participación de las mujeres en actividades económicas remuneradas, lo que reduce su acceso a ingresos propios y, por ende, a productos y servicios financieros formales.

La anterior dinámica se refleja, por ejemplo, en las variables de jefatura del hogar y toma de decisiones económicas. Para la primera, la autopercepción de la jefatura del hogar entre hombres y mujeres es diferenciada: mientras que el 67% de los hombres se identifican como jefes de hogar, solo el 44% de las mujeres lo hace. En el caso de la toma de decisiones económicas, el 49% de los hombres afirma decidir individualmente sobre los gastos del hogar, en comparación con sólo el 39% de las mujeres de la ruralidad. De igual manera, se encontró que el 27% de los hombres reconoce tomar las decisiones con su pareja a diferencia del 34% de las mujeres. El 22% de los hombres toma dicha decisión con una persona diferente a su pareja, frente al 16% de las mujeres. Si bien, ellos reciben el dinero, las mujeres tienen un rol más activo en la asignación de los gastos, ahorro e inversiones que requieren hacerse en la casa.

Hacia dónde apuntar para enfrentar retos

Como se ha evidenciado, el análisis de la inclusión financiera de las mujeres rurales debe implicar un esfuerzo continuo que aborde las múltiples barreras existentes. Es fundamental que este análisis esté sustentado por datos y hallazgos actualizados, ya que constituyen el punto de partida para comprender las necesidades de estas poblaciones y, de ese modo, realizar esfuerzos mancomunados para disminuir los efectos de estas barreras que son interdependientes. De igual manera, es necesario comprender la manera en que las normas de género y las percepciones sociales, en interacción con otras desigualdades, influyen en el comportamiento económico y en las decisiones financieras de las mujeres, especialmente en contextos rurales. 

Solo a través de conocer los retos que presentan en la ruralidad, la implementación de políticas inclusivas, la promoción del cambio social y cultural, y la mejora de las condiciones socioeconómicas se podrá fomentar una verdadera equidad en el acceso a productos y servicios financieros para las poblaciones rurales, haciendo énfasis en las mujeres. En este contexto, la inclusión financiera se convierte en una palanca importante (más no exclusiva) para lograr una mayor equidad económica y social en los territorios.

Para conocer más sobre la metodología del estudio “Inclusión financiera de las mujeres en la ruralidad del Valle del Cauca” y sus hallazgos, explora aquí.

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