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Salud financiera: Impulsando el crecimiento en América Latina y el Caribe

CGAP y BID Invest identificaron tres formas en que las instituciones financieras pueden fortalecer la salud financiera a través de la tecnología.
Mercado callejero en el barrio de Pacaembu, Brasil. Hombre comprando algunas flores.

Según los datos más recientes del Global Findex, la tenencia de cuentas entre los adultos en América Latina y el Caribe (ALC) aumentó del 39% en 2011 a más del 75% en 2025. Este crecimiento se debe al auge de los proveedores de servicios financieros digitales y a la expansión de las transferencias gubernamentales, pero también a innovaciones que han fortalecido la propuesta de valor, como la expansión del comercio electrónico y los sistemas de pagos instantáneos creados en Brasil, Perú o Costa Rica.

No obstante, el progreso en la región sigue siendo desigual. Mientras algunos mercados han registrado un incremento significativo en el uso de cuentas, otros aún muestran niveles más bajos de tenencia y menos casos de uso atractivos para los servicios financieros digitales.

En este contexto, las principales instituciones financieras de ALC tienen un papel decisivo para cerrar esta brecha, utilizando la innovación como motor tanto de la inclusión como del crecimiento institucional. BID Invest y CGAP han identificado tres formas en que las instituciones financieras pueden fortalecer la salud financiera a través de la tecnología.

1. Invertir en modelos digitales centrados en el cliente

La rápida innovación en el sector financiero hace que la transformación digital no sea solo una opción, sino una necesidad. Sin embargo, no alcanza con solo invertir en tecnología. La experiencia del cliente debe estar en el centro de esta innovación, y esta debe diseñarse para que funcione tanto para los clientes en São Paulo como para los de zonas más remotas de Colombia o Nicaragua.

Hoy en día, las super apps (como Mercado Pago, Rappi o PedidosYa) integran pagos, compras y otros servicios, enfocándose por ahora en las poblaciones urbanas de los países más grandes de la región. Más importante aún, están ofreciendo cuentas digitales y crédito a personas que antes estaban excluidas del sistema financiero formal, como los trabajadores independientes y las pequeñas empresas.

A medida que más actores digitales ingresan al mercado, los clientes demandan que los servicios financieros se integren de manera sencilla y eficiente en otros productos, en lugar de limitarse a canales tradicionales como sucursales bancarias, sitios web o tarjetas. Ante este cambio, los bancos deben aprovechar estas tendencias y adaptarse, posicionándose para captar a los nuevos clientes urbanos que buscan soluciones digitales innovadoras.

Más allá de ampliar su oferta para los clientes urbanos con mayor dominio digital, los principales bancos de la región tienen la oportunidad de impulsar el comercio electrónico y las finanzas integradas en las zonas rurales. La experiencia de Perú y Colombia, por ejemplo, demuestra que este camino es viable, con billeteras digitales y plataformas de pago interoperables que amplían el acceso a pagos y crédito más allá de las principales ciudades. Al aprovechar las redes de agentes y establecer alianzas estratégicas con plataformas de comercio electrónico, proveedores y comerciantes rurales, los bancos pueden posicionarse como protagonistas en la transformación financiera de la región. Esta estrategia les permite ampliar sus soluciones de finanzas integradas y, simultáneamente, abordar los retos de cobertura en la “última milla” y de liquidez que enfrentan las super apps en zonas remotas.

Para los países más pequeños, esto implica abrirse a formas más diversas de asociación, con actores regionales más pequeños como Hugo en Centroamérica, o locales como Yalo en El Salvador. Estas alianzas más diversas probablemente requerirán repensar las estrategias de colaboración, mediante iniciativas como las API abiertas (Open APIs).

Además, las micro y pequeñas empresas (MIPES), que representan el 90% de los negocios en la región, continúan enfrentando una importante brecha de financiamiento. Los avances recientes en inteligencia artificial permiten una mejor segmentación de clientes, ofertas de productos más específicas y aprobaciones de crédito a menor costo, lo que puede ayudar a las instituciones financieras a atender este segmento de manera rentable.

La tokenización y las stablecoins también tienen el potencial de transformar los servicios financieros en toda la región, abordando desafíos como las altas tarifas de remesas, la lentitud de las transacciones transfronterizas y el acceso limitado para la población no bancarizada. Por ejemplo, la tokenización convierte registros del mundo real, como certificaciones de agricultores o facturas de pequeñas empresas, en tokens digitales seguros. Esto permite a los proveedores de servicios financieros verificar, transferir y utilizar estos activos de manera más eficiente y segura en transacciones digitales.

Finalmente, iniciativas como LNet, orquestadas por BID Lab, facilitan identidades digitales confiables y credenciales verificables para pequeños agricultores en la región. Al aprovechar la tecnología blockchain, este programa aborda problemas sistémicos como el papeleo complejo, la falta de verificación de identidad y la exclusión financiera, que tradicionalmente han limitado el acceso de agricultores y microempresas a los mercados y al crédito.

2. Catalizar el cambio más allá de las fronteras: Alianzas para el desarrollo de un ecosistema regional

En países como Colombia y Brasil, el sector público ha asumido un papel protagónico en la facilitación de la innovación. Las tendencias en finanzas abiertas (open finance) y pagos instantáneos se sustentan en marcos regulatorios con visión de futuro, que brindan una base sólida para la innovación del sector privado. La creciente disponibilidad de datos con consentimiento del cliente, a través de las finanzas abiertas, ha permitido ofrecer productos más personalizados y mejorar la evaluación crediticia.

Sin embargo, a medida que el ritmo del progreso se acelera en los países más grandes de la región, persisten las asimetrías en infraestructura y capacidades. Para los países que no han seguido el camino de las economías más grandes en las últimas décadas , y que aún dependen de sistemas de pagos minoristas heredados o de infraestructuras de crédito impulsadas por proveedores, los tipos de innovación observados en las finanzas abiertas pueden parecer fuera de su alcance.

El modelo que funcionó para Brasil no necesariamente funcionará automáticamente para los países más pequeños. No obstante, los grandes bancos tienen un papel esencial que desempeñar para ayudar a cerrar esta brecha. Aquellos que operan a través de fronteras pueden catalizar el cambio promoviendo soluciones regionales (por ejemplo, la expansión de UPI fuera de la India), apoyando el desarrollo de infraestructuras compartidas o adaptando innovaciones ya comprobadas a los contextos locales. 

3. Construir confianza y bienestar financiero

Los datos más recientes del Global Findex muestran que cerca del 20% de los adultos no bancarizados en América Latina y el Caribe (ALC) identifican la falta de confianza en las instituciones financieras y los altos costos como los principales obstáculos para acceder al sistema financiero. Para superar estos desafíos, las grandes instituciones financieras deben asumir la responsabilidad no solo de evitar perjuicios, sino también de promover activamente resultados positivos para sus clientes y las comunidades a las que sirven.

Los proveedores de servicios financieros deben priorizar la protección del consumidor, la privacidad de los datos y el uso ético de innovaciones como la inteligencia artificial en todos los productos y servicios digitales. Lograr esto requiere la colaboración de todos los actores involucrados -fintechs, reguladores e instituciones del sector privado- para mantener al cliente en el centro de cada acción. Fortalecer las capacidades internas y asignar los recursos adecuados es esencial para identificar y mitigar oportunamente los riesgos relacionados con la protección del consumidor.

Asimismo, mantener o mejorar el bienestar financiero de los clientes está positivamente relacionado con una mayor lealtad, satisfacción y rentabilidad bancaria. Los clientes que sienten que su banco se preocupa por su salud financiera muestran mayor compromiso, retención y disposición a adquirir más productos, lo que impulsa el crecimiento del negocio. Esto implica no solo brindar acceso a servicios, sino también ofrecer productos personalizados que ayuden a los clientes a manejar shocks financieros, aprovechar oportunidades económicas y mejorar su calidad de vida. En este contexto, la salud financiera va más allá del acceso: refleja la capacidad de las personas para gestionar sus finanzas diarias, absorber imprevistos y perseguir metas a largo plazo, un resultado que beneficia tanto a los individuos como a las instituciones.

En la era digital, el costo de actuar nunca ha sido tan bajo, mientras que el de no hacerlo puede traducirse en oportunidades perdidas, mayores riesgos o incluso en la obsolescencia. Los grandes bancos de ALC tienen hoy una oportunidad única para aprovechar la tecnología, generar un impacto positivo y fortalecer su rentabilidad. Los esfuerzos por atender mejor a todos los clientes pueden, al mismo tiempo, impulsar la inclusión financiera y mejorar el desempeño empresarial.

Estos temas son pilares centrales de la conversación en el FinnLAC Forum 2025. Junto con clientes, socios y responsables de políticas públicas, nuestro objetivo es transformar la innovación financiera en una salud financiera duradera, asegurando que el progreso en inclusión se traduzca en una mejor calidad de vida en toda la región.

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