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Más allá de una cuenta bancaria: Los retos de la inclusión financiera en Latinoamérica

Cuando la pandemia del COVID-19 tocó de manera inesperada a la puerta de Octavia Pérez, una empleada doméstica en la ajetreada Ciudad de México, una de las primeras preocupaciones que vino a su mente fue cómo mantendría su ingreso.

Como billones de personas alrededor del planeta en países con economías emergentes e informales, Pérez perdió la capacidad de ir a trabajar a diario y acceder a su pago, usualmente hecho en efectivo.

La solución vino en la forma de una bancarización a medias: usando la cuenta de una hermana para recibir transferencias de sus empleadores, que luego convierte en efectivo.

“Tuve una cuenta antes, pero no la sabía usar,” comentó la empleada de 39 años. “Dejé dinero ahí guardado y no lo saqué en meses porque no lo necesitaba. Cuando volví me dijeron que no tenía ni un peso. No sé qué pasó, pero eso me decepcionó,” agregó mientras se encogía de hombros.

Movidos por el shock del confinamiento, millones de usuarios en Latinoamérica y el Caribe sintieron la necesidad de acceder a herramientas bancarias de forma remota y digital, muchos, incluso, por primera vez. Y en la otra acera, los proveedores de estos servicios, como entidades y empresas de tecnología financiera (fintech), se apresuraron a generar soluciones para servir a un mercado con nuevas expectativas y necesidades.