Raul Gomez-Velasquez
19 Marzo 2020

Quisiera agregar que en el Perú si bien la contribución de las instituciones microfinancieras al objetivo de inclusión financiera es innegable, muchas de éstas se encuentran a menudo limitadas por su escaso nivel de digitalización, que les impide ofrecer nuevos canales alternativos de atención o soluciones digitales. El tamaño pequeño de muchas de estas instituciones suele estar detrás de sus restricciones de inversión, por lo que algunas de ellas han optado estratégicamente ya sea por asociarse, o por tercerizar ciertos servicios.

El actual momento por el que atraviesa el Perú y la región de LAC en el tema de inclusión financiera, obliga también a los entes reguladores de los países a tener una mayor apertura a la oferta de nuevas soluciones tecnológicas con una visión diferente y menos tradicional de intermediación financiera. Este nuevo entorno digital obliga que las instituciones se reinventen, se transformen hacia dentro, adopten un cambio cultural y piensen seriamente en su relación con sus clientes (el cliente es el actor principal en cualquier estrategia digital), esperándose lograr alto impacto en la productividad, precisión de la información recopilada y mejoras en la experiencia del cliente.