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Reinventando la inclusión

El presidente de Presidente del Directorio de la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD) reflexiona sobre los aprendizajes compartidos durante Foromic 2019.
Hombre mostrando sus instrumentos musicales. Por Asis Kuma, Concurso de Fotografía CGAP 2011.

Entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 2019, se llevó cabo, en Punta Cana (República Dominicana) el FOROMIC del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) -cuyo tema central fue: “Reinventando la inclusión”-, en donde, con la participación de más de 1.200 personas – provenientes de alrededor de 30 países del mundo- se reflexionó sobre la filosofía y la acción que gira alrededor de la inclusión, con enfoque multidimensional, como medio para lograr un mundo más justo, productivo y equitativo; jugando, para ello, un rol clave la creatividad e innovación aplicada al desarrollo de propuestas, con al altas dosis de diferenciación, dirigidas a cambiar vidas y que, de forma sencilla, siguiendo la filosofía inclusiva -de acuerdo a Juan Pablo Salazar, conferenciante representante del BID (persona con discapacidad)- “sean propuestas e inventos que les sirvan a todos”.

A continuación, algunas ideas que se plantearon en el FOROMIC (2019) y que vale la pena compartirlas:

En ese escenario pro innovación social, un primer punto reinventador actual a resaltar es que, las tecnologías de información y comunicación (TIC), juegan un rol clave al convertirse en un medio para el desarrollo de soluciones que contribuyan -en el caso, por ejemplo, de la inclusión aplicada al campo financiero- a ampliar el acceso, mejorar el uso y que, sobre una regulación efectiva más una educación adaptada al perfil de las personas y las familias, se mejore, en última instancia -como fin principal- el bienestar humano; contribuyendo, así, a la disminución de la deuda social grande que ha ido acrecentando las desigualdades socioeconómicas de América Latina y el Caribe y que, para su disminución y porque no eliminación, se requiere del compromiso de actores públicos, privados y de la cooperación internacional sincera que, sobre la base de los desafíos globales de la sostenibilidad explicados en 17 objetivos planteados por Naciones Unidas, ayude a tener un mundo en donde -como en su momento, planteó Aristóteles– el retorno a los equilibrios contribuya a lograr una vida armoniosa entre seres humanos y los demás seres vivos -animales y plantas- que habitan el planeta Tierra.

En el proceso de construcción de la armonía humana, la paz juega un rol clave siempre y cuando, como lo resaltó el Papa Paulo VI, se trabaje de forma interactiva con la justicia social; ya que, sin justicia, difícilmente se podrá tener una paz duradera. Cuando se habla de justicia social, es importante resaltar su alcance, en el sentido de que, su logro -como diría Amartya Sen (Premio Nobel de Economía 1998)-, permitiría al ser humano, independientemente de su nivel socioeconómico, raza, ideología política o perfil cultural; acceder, en igualdad de condiciones a aquellas oportunidades que son creadas con el propósito de hacer de la vida humana un espacio en donde todos puedan gozar de comodidades que, permanentemente, se conviertan en la base para seguir creciendo hacia niveles superiores del bienestar socioeconómico.

 

En medio de la innovación, el trabajo del futuro, también, exige se enfrenten desafíos con tinte inclusivo que permitan una convivencia intergeneracional -saber convivir entre personas de diferentes edades, sin excluir-, siendo uno de ellos el desarrollo de habilidades -a lo largo de toda la vida- pro adaptación a las exigencias del entorno laboral actual y de los próximos años.

 

Y, precisamente, en ese marco de búsqueda de la justicia social para todos, la inclusión, desde la óptica multidimensional, si se la dirige, en cuanto a sus soluciones, a uno de sus territorios de acción -el financiamiento para el desarrollo– ayuda al estímulo de capacidades que contribuyen al aumento del músculo de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME) a la hora de enfrentar los retos competitivos del mercado nacional y, sobre todo, internacional en el que buscan ubicar sus productos sobre la base del mejoramiento en la triada de efectos finales de la competitividad sistémica: calidad, productividad e innovación.

Ahora, claro, para que la competitividad de las MIPYME se potencie, es clave promover espacios de trabajo sinérgico en donde interactúen, bajo un enfoque de inclusión productiva sincera y colaborativa, con las empresas categorizadas como grandes que, al final, por su mayor poder financiero, tecnológico y de conocimiento y presencia en el mercado, se pueden convertir en los actores productivos que ayuden a jalar a todas la otras unidades productivas que participan en los diferentes tipos de cadenas productivas de bienes y/o servicios que tienden a convivir dentro del sistema económico de una nación; incidiendo, así, como es de esperarse, en el incremento de los niveles de inversión, producción y empleo que tanto, a nivel local, como nacional se requiere para dinamizar un aparato productivo que, en los últimos años, ha tendido a trabajar con poca energía y, por ende, ha sido poco capaz de contribuir a la generación de los recursos suficientes que, también, ayuden al Estado a satisfacer las necesidades básicas de los habitantes de un país como son: educación, salud y seguridad.

Dentro de este marco de apoyo productivo inclusivo -mediante servicios con enfoque financiero y no financiero- es clave que se promuevan espacios de acción para la inserción de propuestas sostenibles; una de ellas son las finanzas verdes que, alineadas a lo que se viene debatiendo sobre la economía circular, estimulen, mediante financiamiento dirigido a propósitos específicos, formas de producción que aprovechen al máximo los recursos utilizados y, a su vez, pongan atención a qué hacer con los desechos que siempre se generarán como resultado del funcionamiento de la cadena: aprovisionamiento, producción, distribución y consumo de un determinado bien y/o servicio.

En este cambio de mente y, sobre todo de corazones, las acciones de cada persona -por pequeña que sea la acción- aportarán, grandemente, cuando interactúan con las de todas las demás personas, a los cambios considerados como globales, ayudando, así, a responder preguntas: ¿cómo lograr ciudades más inclusivas?, ¿cómo volver a la movilidad, salud y educación más inclusivas?, ¿cómo lograr formas de convivencia en donde interactúen de forma equilibrada lo económico, social y medioambiental?; y, precisamente, muchas de las respuestas a las interrogantes plateadas tienen que ver -como lo resaltó Irene Arias Hofman, una de las Directoras del BID- con el desarrollo de propuestas a partir de compartir ideas para convertirlas en realidades concretas, surgiendo, ahí, la figura de los emprendedores pro proyectos con enfoque inclusivo, en donde, la innovación para la inclusión “a ser probada” y la inclusión “ya probada” para la innovación son dos caminos que se retroalimentan mutuamente y sea alinean -propuesto por Anayda Frisneda (representante de Microsoft)- con el compartir para aprender, en un mundo donde todo está inventado y que requiere, eso sí, del trabajo sinérgico de todos los países, en donde el uso de la tecnología sea un medio para consolidar el desarrollo sostenible del mundo actual y futuro. Siempre recordando, eso sí -como planteó Kellen Ribas de Cicla Brasil- que, para lograr cambios potentes, es clave tener a ciudadanos más involucrados.

En medio de la innovación, el trabajo del futuro, también, exige se enfrenten desafíos con tinte inclusivo que permitan un convivencia intergeneracional -saber convivir entre personas de diferentes edades, sin excluir-, siendo uno de ellos el desarrollo de habilidades -a lo largo de toda la vida- pro adaptación a las exigencias del entorno laboral actual y de los próximos años. De acuerdo a Leticia Gasca (CEO, Skills Agility Lab), esas habilidades se pueden resumir en cinco clasificadores: 1) Aprender a aprender (Learnability), 2) Pensamiento crítico y resolución de problemas, 3) Agilidad para la adaptación cultural, 4) Competencias digitales, y 5) Creatividad.

 

Las tecnologías de información y comunicación (TIC), juegan un rol clave al convertirse en un medio para el desarrollo de soluciones que contribuyan -en el caso, por ejemplo, de la inclusión aplicada al campo financiero- a ampliar el acceso, mejorar el uso.

 

Finalmente, queda claro que espacios de reflexión con alcance regional y global -como es el caso del FOROMIC que, para 2020 se hará en Lima- permiten estar al tanto de las mega y, sobre todo, de las microtendencias -tema bien explicado en el libro “Microtendencias al cuadrado: Las nuevas fuerzas pequeñas que impulsan las grandes disrupciones de hoy” de Mark Penn y Meredith Fineman que, en última instancia, se convierten, como producto de lo que va surgiendo en la vida práctica de países localizados en los diferentes países del mundo, en los grandes estimuladores, por ejemplo, para programas y proyectos novedosos con enfoque inclusivo, eso sí adaptados -luego de conocerlos, estudiarlos y mejorarlos- a la realidad, cada vez más compleja, de los países objeto de aplicación; ya que, como bien resaltó Juan Ariel Jiménez (Ministro de Economía de la República Dominicana), los retos del futuro -considerando eso sí, los retos pendientes del presente- para enfrentarlos requieren de ideas actuales y, también, de las experiencias pasadas que siguen teniendo vigencia.

De ahí, en medio de los enfoques de análisis tendencial, lo que está ocurriendo en la región -Ecuador y Chile en este octubre último, por ejemplo- han prendido las alarmas de que algo no está yendo bien con los modelos socioeconómicos vigentes en la región, cuyo desafío se explica bastante bien en una de las frases expresadas por Luis Alberto Moreno -Presidente del BID- en el momento del acto inaugural del último FOROMIC (República Dominicana 2019): «Lo que está sucediendo en la región nos lleva a reconocer que hay que tomar en cuenta a la frustración acumulada por las mayorías de no poder acceder a las oportunidades que, con mayor facilidad, acceden las clases pudientes»; es decir, el déficit de facilitación al acceso a oportunidades es uno de los grandes orígenes de las fracturas sociales que, si no son corregidas a tiempo, el proceso de calentamiento de los conflictos entre hermanos de un mismo país, podrían ir en aumento.

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