En un mundo pospandémico, ¿qué tan saludables están las IMF?
Cuando la pandemia del COVID-19 golpeó en 2020, generó una aguda y muy justificable preocupación sobre el impacto que la desaceleración de la actividad económica asociada a la misma tendría en los proveedores de microfinanzas más pequeños de los países de ingresos bajos y medianos, en particular en sus clientes más inseguros económicamente. La pandemia continúa proyectando largas sombras, que se han ido oscureciendo tras el aumento de las tasas de interés globales y las turbulencias geopolíticas que se desarrollan en todo el mundo, la salud de las instituciones financieras es más crítica que nunca: de ella depende la sostenibilidad de servir a las personas financieramente excluidas.
Para comprender mejor la solidez financiera de las instituciones de microfinanzas (IMF) en un mundo pospandémico, CGAP ha estado trabajando estrechamente con MFR para realizar un seguimiento de las finanzas de las instituciones luego de la pandemia, utilizando datos anonimizados de la base de datos ATLAS de MFR, que alberga datos de más de 570 instituciones financieras al 2022 (el último año analizado).
Nuestro análisis muestra que partes del sector de las microfinanzas continúan siendo vulnerables. Las tasas de interés más altas están afectando tanto a las instituciones como a sus clientes predominantemente de bajos ingresos y los problemas de pago experimentados durante la pandemia, si bien han mejorado, continúan siendo un motivo de preocupación. Los detalles de la calidad de la cartera se pueden encontrar en el informe detallado asociado. El análisis sugiere que parece haber un grupo de instituciones que todavía experimenta un alto riesgo crediticio y, desafortunadamente, las instituciones más pequeñas parecen ser las que se enfrentan a mayores problemas.
Dinámica del tamaño de la cartera
El análisis del desempeño financiero se centró ante todo en el crecimiento de los activos totales de las IMF. Desde 2020 ha habido una recuperación en las instituciones del cuartil de mejor desempeño (incluso tras eliminar los efectos de la inflación), pero las cifras aún no han vuelto a los niveles anteriores al COVID. Sin embargo, es mucho más preocupante que en términos reales (es decir, cuando se elimina el impacto de la inflación) el crecimiento de los activos totales de la mayoría de las IMF se desaceleró durante tres años consecutivos, los activos totales del peor 25% de las instituciones microfinancieras se contrajeron tanto en 2021 como en 2022. Lo que esto hace es ahondar aún más la diferencia entre las instituciones con mejor y peor desempeño, problema que se observa también en otras partes de los datos.
Además del análisis del cuartil global, estudiamos en mayor profundidad la cantidad de instituciones financieras que cada año experimentaron un crecimiento o una disminución en el tamaño de su cartera. Los resultados indican un aumento constante a lo largo del tiempo en la proporción de instituciones financieras que experimentan un crecimiento negativo, independientemente de los ajustes por inflación. Debemos tener en cuenta que el notificador negativo/positivo utilizado es una clasificación binaria simple y no cubre el alcance del movimiento positivo o negativo, pero de todos modos los resultados son preocupantes. Al ajustar por inflación, la proporción de instituciones financieras con crecimiento negativo (es decir, aquellas cuyos activos totales se han contraído en términos reales) es muy alta: 45,8%.
El tamaño de la cartera es fundamental para los modelos de negocio de los prestamistas, ya que es el principal impulsor de ingresos. Si la cartera continúa reduciéndose, la empresa corre el riesgo de no generar suficientes ingresos para cubrir sus costos fijos, y mucho menos para invertir en expansión o mejores servicios. Si no se lo controla, este ciclo puede llevar al colapso (o a la adquisición o venta de activos) de la IMF, potencialmente deteriorando el acceso de sus clientes al financiamiento.
Evaluación del riesgo de solvencia
La sostenibilidad a largo plazo del sector requiere asimismo una sólida calidad de la cartera, además del tamaño, por lo cual el análisis también estudió este aspecto, enfocándose en el riesgo de solvencia. Clasificó las instituciones de la muestra en pequeñas, medianas y grandes y atribuyó diferentes umbrales de vulnerabilidad a estas categorías de tamaño en función de sus niveles de relación capital a activos. En el gráfico siguiente se muestran tres categorías de vulnerabilidad: aceptable, riesgo y alto riesgo. Los umbrales de riesgo establecidos en la matriz son más tolerantes en el caso de instituciones medianas y grandes que, en igualdad de condiciones, se considera tienen mejor gestión del riesgo y gobernanza que las instituciones más pequeñas y pueden sostener estas relaciones más bajas. En 2022, se consideró que el 68% de las entidades financieras tenían una situación de riesgo de solvencia aceptable. Sin embargo, el 32% se encontraba en una de las dos zonas de riesgo. De hecho, esta situación empeoró en comparación con los resultados de 2020 o 2019, cuando la proporción de instituciones que mostraban riesgo de solvencia era casi cinco puntos porcentuales más baja.
Dentro de esta categoría de instituciones financieras de mayor riesgo, encontramos un número desproporcionado de instituciones grandes y medianas. Esto podría verse tanto desde una perspectiva positiva como de una negativa. Por un lado, las instituciones grandes y medianas posiblemente son las que tienen más probabilidades de tener una estrategia deliberada para optimizar su estructura financiera, por lo cual puede simplemente ser su apetito de riesgo lo que resulte en bajos niveles de fondos propios a activos. Asimismo, tienden a poder acceder al capital con mayor facilidad en comparación con las instituciones pequeñas. Por otro lado, en algunos casos, esto podría ser una señal de estrés financiero (las IMF con mayor riesgo crediticio también presentan un riesgo de solvencia mayor al promedio), y el estrés financiero en una institución financiera grande pone en peligro a una gran parte de la cobertura de inclusión financiera. Esto se examinará en mayor detalle a medida que haya nuevos datos disponibles, ya que tiene ramificaciones importantes para el sector. También es destacable el desglose del riesgo de solvencia por regiones (ver gráfico siguiente).
Las dos regiones que experimentaron el mayor riesgo de solvencia durante el período analizado parecen ser Asia y África: en 2020, África alcanzó casi un 20% de alto riesgo y Asia un 15% en 2021. Aunque es alentador que de 2020 a 2021 los retornos en África hayan mejorado y la categoría de alto riesgo haya bajado del 20% al 10%, ésta es una de las regiones con mayor necesidad de servicios financieros para grupos de bajos ingresos y la situación se beneficiará de un cuidadoso seguimiento a corto y mediano plazo.
Conclusiones
Si damos un paso atrás y analizamos el panorama más amplio que presenta este análisis, es evidente que el crecimiento general de la cartera de las IMF se ha desacelerado y se ha vuelto negativo en términos reales para una proporción cada vez mayor del sector. Esto ha afectado más duramente a las empresas más pequeñas y a las que tienen su sede en África. Dado que la sostenibilidad de una IMF depende en gran medida de su escala, una disminución en el tamaño de la cartera amenaza la viabilidad de una significativa proporción del sector.
La pandemia del COVID-19 fue un acontecimiento inesperado, dramático y atípico y la industria ha demostrado cierta capacidad para reestructurarse y recuperarse, pero las preocupaciones persisten. Para lograr mantener los servicios financieros (a tasas razonables) para las personas de bajos ingresos en la era poscovid y durante crisis futuras, será entonces esencial contar con el apoyo de los gobiernos, los donantes y las instituciones financieras de desarrollo para ayudar a las IMF a reconstruir sus carteras, especialmente en áreas donde se puede incorporar una combinación sensata de capital comercial y concesional para abordar aquellas que en particular sufrieron daños.
Al mismo tiempo, las propias IMF deberán poner el foco en innovaciones digitales que puedan ayudar a reducir costos operativos y construir las plataformas (y, a partir de allí, la escala) que puedan contribuir a contrarrestar los efectos de la pandemia en sus carteras. Si no se aborda, la consiguiente disminución de la capacidad crediticia, la limitación del espíritu empresarial y el mayor recurso de sus clientes a fuentes informales de financiamiento inevitablemente llevarán a mayores niveles de pobreza y retrasarán aún más la recuperación económica.
La Pandemia no solo ha introducido desafíos cuya sombra persiste en las IMF, continúa afectando la capacidad de operación de los micro-emprendedores, pero también ha cambiado preferencias por productos crediticios, especialmente los grupales por su carácter solidario con otros pares también vulnerables. Una mayoría de IMFs, en su cotidiana lucha por alcanzar sus objetivos y recuperar sus estándares, no han tenido tiempo para adaptar/introducir otros productos más ajustados a las cambiadas necesidades.
De acuerdo en todo lo expresado en este artículo, la pandemía afectó muchísimo al sector de las IMF y sobre todo a las más pequeñas. Se ha trabajado en su recuperación pero es difícil porque el mercado al cual atendemos todavía no se ha podido recuperar a los niveles que estaba antes de la crisis.
Que hacer para salir de la situación financiera en que nos encontramos? Necesitaremos que alguien nos apoye dando programas de apoyo institucional para atender a nuestros clientes y ofrecerles servicios en mejores condiciones?
Escriba un comentario