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Apoyar a la mujer rural, más necesario que nunca en un momento de crisis alimentaria mundial

La inflación, los precios de la energía, las secuelas de la pandemia, la guerra de Ucrania y el cambio climático, que amenaza la producción en muchas regiones agrícolas, han supuesto un aumento del precio de los alimentos en el mundo de un 23% en 2021, según expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI). En este contexto, destaca el papel de las mujeres rurales en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición.

Para que sus derechos estén garantizados, y el valor económico de su trabajo, remunerado y no remunerado, sea reconocido, hay que apostar por un desarrollo inclusivo y sostenible, como señala la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el Día Internacional de la Mujer Rural (15 de octubre).

La brecha digital se plantea como uno de los principales retos, ya que la posibilidad de contar con acceso a internet de calidad será determinante y constituye un acelerador del desarrollo de las zonas rurales. Las desigualdades de acceso a la información, al conocimiento y a la educación pueden disminuir promoviendo la inversión en infraestructuras tecnológicas y en capacitación y formación, según el departamento de Research de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA).

La mujer rural en América Latina

En América Latina y el Caribe, 59 millones de mujeres viven en zonas rurales, 20 millones  son parte de la población económicamente activa y 4,5 millones son productoras agrícolas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La FMBBVA, que tiene entre sus prioridades el empoderamiento de la mujer, es consciente del relevante papel que juegan las mujeres rurales en el desarrollo de sus comunidades. En la actualidad atiende a casi 3 millones de emprendedores de escasos recursos. De ellos, el 57% son mujeres y de estas, 1 de cada 3 vive en zonas rurales.

“En 2021 hemos atendido a más emprendedoras rurales (27% vs. 25%) y, sobre todo, más jóvenes (41% vs. 21%)”. La mayoría de ellas trabajan en fincas familiares sin recibir remuneración. Su trabajo se considera una «ayuda» y se suma a las  horas que dedican a las tareas domésticas y a los cuidados, lo que supone una limitación clara a su participación en la economía”, ha señalado la responsable de Sostenibilidad Medioambiental y Empoderamiento de la Mujer de la FMBBVA, Laura Fernández Lord.

A pesar de todo, las mujeres del entorno rural en América Latina salen adelante. Como la panameña Arminda Rosas Vásquez, que se dedica a la cría de ganado y venta de leche. Esta ganadera lanza un mensaje claro y contundente: “Mujeres al poder. Tenemos que despertar”. Y explica que los comienzos no fueron fáciles: “Yo empecé con un quiosquito, pero luego conseguí un préstamo para comprar una finca y vacas de ordeño… Después un semental y ahora formo parte de una cooperativa donde solo somos dos mujeres. Pero yo animo a las mujeres a estar en donde se tomen las decisiones”.

La brecha digital se plantea como uno de los principales retos, ya que la posibilidad de contar con acceso a internet de calidad será determinante y constituye un acelerador del desarrollo de las zonas rurales. Las desigualdades de acceso a la información, al conocimiento y a la educación pueden disminuir promoviendo la inversión en infraestructuras tecnológicas y en capacitación y formación, según el departamento de Research de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA).

La mujer rural en América Latina

En América Latina y el Caribe, 59 millones de mujeres viven en zonas rurales, 20 millones  son parte de la población económicamente activa y 4,5 millones son productoras agrícolas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La FMBBVA, que tiene entre sus prioridades el empoderamiento de la mujer, es consciente del relevante papel que juegan las mujeres rurales en el desarrollo de sus comunidades. En la actualidad atiende a casi 3 millones de emprendedores de escasos recursos. De ellos, el 57% son mujeres y de estas, 1 de cada 3 vive en zonas rurales.

“En 2021 hemos atendido a más emprendedoras rurales (27% vs. 25%) y, sobre todo, más jóvenes (41% vs. 21%)”. La mayoría de ellas trabajan en fincas familiares sin recibir remuneración. Su trabajo se considera una «ayuda» y se suma a las  horas que dedican a las tareas domésticas y a los cuidados, lo que supone una limitación clara a su participación en la economía”, ha señalado la responsable de Sostenibilidad Medioambiental y Empoderamiento de la Mujer de la FMBBVA, Laura Fernández Lord.

A pesar de todo, las mujeres del entorno rural en América Latina salen adelante. Como la panameña Arminda Rosas Vásquez, que se dedica a la cría de ganado y venta de leche. Esta ganadera lanza un mensaje claro y contundente: “Mujeres al poder. Tenemos que despertar”. Y explica que los comienzos no fueron fáciles: “Yo empecé con un quiosquito, pero luego conseguí un préstamo para comprar una finca y vacas de ordeño… Después un semental y ahora formo parte de una cooperativa donde solo somos dos mujeres. Pero yo animo a las mujeres a estar en donde se tomen las decisiones”.

Se necesitarán hasta 286 años para cerrar las brechas en la protección legal y eliminar las leyes discriminatorias para las mujeres, según el informe Gender Snapshot 2022 elaborado por ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (ONU DESA), y las mujeres rurales son fundamentales para lograrlo.

En este sentido, la directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, María-Noel Baeza, ha subrayado que «el futuro es junto a las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes. Sigamos impulsando su autonomía económica, promoviendo un mayor acceso a recursos productivos, a la protección social, a la capacitación y, sobre todo, volviéndolas parte activa en las decisiones que afectan su futuro, el de sus familias y comunidades».