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Detrás de las estadísticas macro: El rol de la resiliencia en informar la salud financiera en México

Para poder responder efectivamente como sector, es importante tomar el tiempo para escuchar y analizar qué herramientas utilizan las personas y las comunidades para enfrentar la crisis del COVID-19, y entender para qué las usan.
Hombre de musculosa inclinado sobre una bicicleta, arreglando una rueda.

Para José, cerrar su tienda en las afueras de la Ciudad de México fue una de las decisiones más difíciles que ha tomado en los 35 años que lleva en el negocio del calzado. Con la mayoría de los fondos de su familia inmovilizados en el inventario, los proveedores pidiendo pagos de inventario comprado a crédito y ningún otro flujo de caja familiar estable, José no tenía muchas opciones. Al cerrar la tienda apenas tres semanas después de que el gobierno mexicano anunciara medidas para frenar la propagación del COVID-19, José y su familia tuvieron que arreglárselas con los pocos ahorros que tenían en casa. Mientras mira en la televisión a los legisladores discutir cómo y cuándo reabrir la economía, José le pide a su familia extendida que lo apoye para soportar la tormenta que se avecina.

A cinco horas en automóvil, al sureste de la tienda de José, vive su sobrina Elena, una madre de dos hijos de 28 años con un punto de partida de salud financiera sorprendentemente diferente antes de la pandemia. Elena y sus tres amigos más cercanos en Oaxaca son miembros de Acreimex, una cooperativa local donde Elena mantiene una modesta cuenta de ahorros y, habitualmente, pide préstamos para cubrir las necesidades de capital de trabajo de su pequeña miscelánea y restaurante informal. Si bien vive en una casa con muchas más personas (cuatro adultos y tres niños) que su tío José, ha podido apoyarse en el trabajo asalariado estable de su hermana y una remesa moderada de un hermano en los Estados Unidos para afrontar los cambios iniciales en la demanda en su tienda y restaurante debido a las restricciones de COVID-19. Aunque el dinero escaseó en los últimos días y hayan tenido que recortar gastos, Elena y su familia adoptaron una actitud cautelosamente optimista sobre el futuro.

Historias como las de José y Elena se están desarrollando a nivel mundial en medio de la pandemia y nos brindan la oportunidad de examinar el papel de la salud financiera en la protección y construcción de la resiliencia de las personas de bajos ingresos. Si bien la mayor parte de la cobertura de los medios internacionales se centra en cómo la pandemia ha expuesto las debilidades en la capacidad de recuperación de nuestros sistemas de atención médica y nuestras economías, hay millones de personas como José y Elena que son los rostros humanos detrás de estas estadísticas y tendencias a nivel macro. Sus historias brindan información sobre cómo las personas y las comunidades se ven afectadas a un nivel micro. Debemos tomarnos el tiempo para comprender las herramientas que utilizan y por qué, para navegar la crisis, lo que nos informa cómo podemos responder como sector.

Para BFA Global y nuestro programa FinnSalud apoyado por MetLife Foundation en México, la resiliencia tiene un significado específico. Se refiere a la posesión de medios financieros específicos para proteger el hogar y el sustento frente a choques imprevistos. En particular, observamos si un individuo u hogar están preparados para choques imprevistos, sus estrategias disponibles y accesibles para enfrentarlos, la eficacia de estas estrategias y la duración de su recuperación después de un choque.

Con esto en mente, BFA Global implementó tres rondas de una encuesta rápida digital sobre COVID-19 y Salud Financiera con 5,439 personas y 1,271 micro y pequeñas empresas (MiPe) en diez mercados (Nigeria, Kenia, Sudáfrica, Ghana, India, EE.UU., Reino Unido, México, Vietnam y Zambia) durante los primeros cuatro meses de la pandemia (marzo-junio de 2020).

Esta investigación en México indica que José no está solo en la forma en la cual la pandemia ha afectado los ingresos y gastos a nivel del hogar y en las pequeñas empresas. En la segunda ola de entrevistas, los ingresos se redujeron para el 64% de las MiPes y los trabajadores independientes. La disminución en los ingresos había provocado que muchas empresas (42%) cerraran o esperaran hacerlo.

Gráfica 1  - Impacto del Covid-19 en negocios y autoempleo

Gráfica 1  - Impacto del Covid-19 en negocios y autoempleo

Fuente: BFA Global: Encuesta COVID-19, ronda 2.

Para la tercera ola (mayo de 2020), casi el 40% de los encuestados en México seguían enfrentando la doble presión de la disminución de los ingresos y el aumento de los gastos; un 27% adicional informó tener menores ingresos, pero no aumento de gastos.

Gráfica 2 - Distribución de combinaciones para cambios en ingresos y gastos

​​​​​​​Gráfica 2 - Distribución de combinaciones para cambios en ingresos y gastos

Fuente: BFA Global: Encuesta COVID-19, ronda 3.

Con un mínimo de mecanismos de supervivencia disponibles, José se vio obligado a cerrar su zapatería y liquidar una gran parte de su inventario con pérdidas. Para otros, la doble presión de los ingresos reducidos o interrumpidos y el aumento de los gastos generaron dificultades para pagar los préstamos, la necesidad de liquidar activos o retirar los ahorros disponibles o solicitar préstamos de casas de empeño o usureros.

Sin embargo, también vemos que personas como Elena, que comenzaron con algunas herramientas básicas de resiliencia, han sido mucho más capaces de responder. En particular, encontramos que las herramientas de resiliencia más efectivas tienden a ser una combinación de fondos de emergencia en efectivo, seguros y otros tipos de apoyo. Nuestro cuestionario midió cuántos encuestados tenían activos distintos al efectivo (como oro y ganado); seguros para proteger la salud, activos, hogares, empresas y redes sociales que sirven de apoyo en tiempos difíciles.

Con una cuenta de ahorros modesta, Elena es parte de un cambio generacional en el comportamiento de ahorro observado en México. Casi el doble de los encuestados jóvenes (18-34) informaron haber ahorrado dinero en comparación con los de 35-54 años. Además, menos jóvenes utilizaron estos fondos de emergencia. En Ghana y otros países africanos, una alta proporción de encuestados informó que más de la mitad o “todos” los fondos de emergencia se gastaron, particularmente entre las poblaciones de mayor edad. En México, por el contrario, dos tercios de los jóvenes (menores de 35 años) informaron no haber gastado “nada” o menos de la mitad de sus fondos de emergencia.

Gráfica 3 - Fondos de emergencia por país y edad

Gráfica 3 - Fondos de emergencia por país y edad

Fuente: BFA Global: Encuesta COVID-19, ronda 3.

El acceso a seguros también es un factor importante. Los encuestados eran más propensos a reservar fondos para un propósito específico cuando tenían al menos un tipo de seguro, lo que sugiere una combinación de riqueza y conocimiento financiero que impulsa ambos comportamientos. Las personas sin seguro eran más propensas a informar que habían utilizado fondos destinados a otros fines para superar una crisis.

Gráfica 4 - Uso de ahorros por país y edad

Gráfica 4 - Uso de ahorros por país y edad

BFA Global: Encuesta COVID-19, ronda 3.

También descubrimos que la disponibilidad y solidez de las redes familiares y sociales marcaron la diferencia, con la capacidad de aprovechar las relaciones para nuevas oportunidades de ingresos, como fuente de préstamos o como fuente de remesas más altas de lo normal durante los cierres por la pandemia. Los encuestados resilientes también tuvieron un mayor control sobre sus decisiones financieras y pudieron negociar una interrupción en los pagos de préstamos y otras obligaciones financieras. En el caso de Elena, negoció una extensión de un préstamo de inventario de un proveedor de alimentos que conoce desde la infancia y compensó parte del déficit de flujo de efectivo con transferencias directas de su hermano en Nueva York.

La encuesta “COVID-19 y su salud financiera” nos permitió comprender qué sucedió con la vida financiera de las personas en México y cómo respondieron a la crisis. Con datos de perfiles similares en otros mercados examinamos aspectos que podrían ser únicos en el contexto mexicano. Seguimos este trabajo cuantitativo con un estudio pequeño con socios de la Cooperativa Acreimex y Caja Popular Atemajac, las dos instituciones financieras aliadas del proyecto FinnSalud. Durante el mismo período de abril a junio, realizamos entrevistas telefónicas quincenales con socios de ambas cooperativas para comprender la progresión de los efectos financieros de la crisis en sus vidas, conocer sus estrategias para enfrentarla, sus mecanismos de resiliencia y los impulsores de su comportamiento.

A medida que avanzaban las medidas de cierre durante abril y mayo, los encuestados experimentaron una movilidad reducida, lo que a su vez condujo a menores ingresos debido a la reducción de existencias o ventas realizadas a consignación, la desaparición de canales de venta y, en algunos casos, el cierre de negocios que dependían de espacios alquilados. En algunos hogares, vimos un cambio en el sustento a aquellos miembros de la familia con un trabajo formal e ingresos fijos. Tanto a nivel empresarial como familiar, las principales estrategias para enfrentar la crisis incluyeron:

  1. Reducción de gastos donde fuera posible – La mayoría de los encuestados se centró en reducir los gastos no esenciales o en comprar alternativas de menor costo (por ejemplo, leña en lugar de gas para cocinar). Si una tienda podía mantener las puertas abiertas, la empresa tenía que adaptarse a un tráfico peatonal mucho menor, reduciendo las horas de trabajo, despidiendo al personal que no era de la familia y bajando los precios.
  2. Cambio en los hábitos de consumo – En el hogar, las familias racionaron los alimentos, enfocado las compras hacia lo básico. En algunos casos, esto requirió un cambio en el consumo de proteínas (de carne a pollo, o de pollo a huevo o queso) y compras oportunistas de productos a precios más baratos.
  3. Destino de recursos para la generación de ingresos – Además de los cambios en los hábitos de consumo y gastos, los encuestados tomaron medidas urgentes para generar ingresos complementarios. Muchos encuestados recurrieron a la preparación y venta de alimentos; un miembro solicitó un préstamo a un prestamista informal y unos pocos solicitaron asistencia del gobierno.

En respuesta a la crisis de COVID-19, las cooperativas en México apoyaron a sus socios lo mejor que pudieron. El regulador les permitió ofrecer prórrogas de pago de préstamos y períodos de gracia a sus socios durante algunos meses. Se anunciaron medidas de flexibilidad adicionales a finales de octubre, que permitieron a las cooperativas ofrecer condiciones de reestructuración y renovación suplementarias a sus socios si podían demostrar que resultarían en beneficios económicos para los prestatarios. Estas medidas han sido un salvavidas para las pequeñas empresas que han visto caer sus ingresos por un precipicio en los últimos meses.

El sector cooperativo juega un papel importante en la construcción y el fortalecimiento de la resiliencia de los socios; son conscientes de los profundos cambios que la pandemia y las conmociones económicas resultantes han impuesto a sus socios. Como ilustran las historias de José y Elena, la resiliencia es un componente central de la salud financiera al cual las instituciones financieras y los formuladores de políticas deben dar prioridad. Esperamos que, a través de intervenciones específicas, la resiliencia de los hogares mexicanos pueda fortalecerse considerablemente en el futuro. A través de FinnSalud, planeamos ayudar a las instituciones financieras a medir la salud financiera de sus clientes y socios y a desarrollar iniciativas que la mejoren. Compartiremos el avance de nuestro trabajo en futuros blogs.

Todas las opiniones aquí contenidas son de BFA Global.

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