Cómo podemos aprovechar los avances en la inclusión financiera de las mujeres logrados durante la pandemia de COVID-19
La activista por los derechos de las mujeres Malala Yousafzai dijo una vez: "No podemos tener éxito si la mitad de nosotras tiene trabas". A casi dos años de la pandemia de COVID-19 y la enorme presión social y económica sufrida por las mujeres y las niñas debido a esta, la declaración de Malala es más relevante que nunca: las desigualdades de género amenazan nuestra recuperación económica y resiliencia.
Sin embargo, cuando se trata de la inclusión financiera, la COVID-19 también ha creado oportunidades para impulsar una mayor igualdad. La pandemia ha aumentado la conciencia sobre el impacto de la exclusión financiera en la igualdad de género, ha estimulado la inversión en infraestructura y herramientas digitales, y ha provocado un aumento sin precedentes de los pagos digitales y de la apertura de nuevas cuentas, particularmente entre millones de mujeres. Al hacerlo, se nos han presentado nuevas y únicas oportunidades para lograr la plena inclusión financiera de las mujeres.
No obstante, para conseguirlo, será necesario realizar esfuerzos específicos y deliberados de todos los asociados para el desarrollo y los funcionarios gubernamentales, junto con sólidas asociaciones multisectoriales. En este Día Internacional de la Mujer, el CGAP, la Fundación Bill y Melinda Gates y GIZ han unido fuerzas para describir por qué es hora de desbloquear el poder financiero y el potencial económico de las mujeres y cómo es posible lograrlo en este momento histórico.
El efecto multiplicador de la inclusión financiera de las mujeres
Las mujeres representan dos terceras partes (i) de la población no bancarizada que aún hay en el mundo. A pesar de los avances significativos en la inclusión financiera en general, la brecha de género en la titularidad de cuentas se ha mantenido constante durante la última década, llegando a 9 puntos porcentuales en los países en desarrollo, según Findex (i).
Sin embargo, la inclusión financiera de las mujeres tiene un efecto multiplicador que beneficia a las mujeres, sus hogares y sus comunidades. En primer lugar, los servicios financieros ayudan a las mujeres a generar ingresos. Por ejemplo, investigadores han demostrado que la proximidad a los agentes móviles (i) ha permitido a las mujeres pobres en Kenya ahorrar más dinero, enfrentar las tormentas financieras y escapar de la pobreza, y ha alentado a algunas de ellas a dejar la agricultura para dedicarse a emprendimientos.
Los servicios financieros también ayudan a las mujeres a aumentar el acceso de sus hogares a servicios esenciales. En Nepal, por ejemplo, las mujeres que abrieron cuentas de ahorro sin cargo incrementaron el gasto familiar (i) en educación y alimentos nutritivos, y mantuvieron a sus hijas en la escuela.
Por último, los hogares se vuelven más resilientes cuando las mujeres utilizan los servicios financieros. En un estudio en Ghana se concluyó (i) que la inclusión financiera mejora de manera considerable la resiliencia financiera de los hogares, y que las mujeres con acceso a servicios financieros contribuyen al bienestar de su hogar tanto como los hombres. Esta inclusión financiera tiene mayores impactos en las mujeres de las zonas rurales, particularmente en aquellas que reciben remesas en dinero móvil.
La Fundación Bill y Melinda Gates ha sintetizado (i) estudios clave que demuestran el efecto multiplicador de la inclusión financiera de las mujeres. En última instancia, la inclusión financiera de las mujeres es importante para desbloquear y distribuir de manera justa todo el potencial económico y social de las economías.
La triple oportunidad para promover la inclusión financiera de las mujeres
La pandemia de COVID-19 ha dejado en evidencia al menos tres factores catalizadores de la inclusión financiera de las mujeres que podemos aprovechar a través de medidas sistemáticas y centradas en las cuestiones de género.
En primer lugar, la COVID-19 ha impulsado avances sin precedentes en la apertura de cuentas para apoyar los pagos del Gobierno a las personas (G2P). A nivel mundial, en los últimos dos años se han abierto 477 millones de nuevas cuentas digitales utilizadas para pagos de prestaciones sociales, que incluyen 262 millones de cuentas para mujeres. Aproximadamente 80 millones de mujeres abrieron su primera cuenta para recibir pagos G2P durante la pandemia. Solo en Brasil, 14 millones de mujeres utilizaron por primera vez una cuenta de ahorros digital para obtener tales pagos. Estas cuentas recién creadas representan una vía de acceso prometedora a los servicios financieros que pueden apoyar el ahorro y las inversiones productivas de las mujeres.
"A nivel mundial, en los últimos dos años se han abierto 477 millones de nuevas cuentas digitales utilizadas para pagos de prestaciones sociales, que incluyen 262 millones de cuentas para mujeres".
En segundo lugar, la pandemia ha acelerado las inversiones en infraestructura y herramientas digitales, que están ayudando a crear economías digitales más dinámicas y sólidas. La utilización de los pagos digitales, de las plataformas de comercio electrónico y del intercambio digital de información y datos se disparó durante la pandemia. A medida que los Gobiernos buscan asegurar que sus transformaciones digitales sean sostenibles y estén preparadas para el crecimiento económico, generan la oportunidad de atraer a más mujeres a la economía digital formal y de cerrar las brechas en el acceso a los servicios digitales y su uso.
En tercer lugar, la COVID-19 ha puesto de manifiesto las desigualdades y las cargas para las mujeres y las niñas. Las mujeres han sufrido de manera desproporcionada durante la pandemia, tanto en términos sociales como económicos. Cuando los Gobiernos desarrollaron rápidamente sus planes de estímulo, se dieron cuenta de que las mujeres eran más propensas a carecer de documentos de identificación y a trabajar en el sector informal, lo que las excluía de la asistencia gubernamental. Foros mundiales como el Foro Generación Igualdad, junto con los compromisos claros de los países; organismos regionales como la Unión Africana; organizaciones multilaterales como el Banco Mundial y el FMI, y FinEquity (i), la comunidad mundial de prácticas sobre inclusión financiera de las mujeres convocada por el CGAP, han ayudado a aumentar la conciencia sobre estas tendencias. De manera conjunta, han generado el impulso y se han puesto manos a la obra con el fin de mitigar los riesgos para las mujeres y garantizar que ellas participen plenamente en la recuperación de la COVID-19 y la economía digital del futuro.
Existe una oportunidad de aprovechar este momento único en la historia para ampliar el acceso de las mujeres a una gama de servicios financieros que satisfagan sus necesidades más allá de las transferencias G2P, que incluyen mecanismos de ahorro, préstamos, seguros, remesas y otros. Para que las mujeres prosperen, necesitan acceso a servicios financieros que les permitan aprovechar las oportunidades económicas, acceder a servicios esenciales para ellas y sus familias, y desarrollar resiliencia ante las crisis.
¿Qué podemos hacer para aprovechar esta oportunidad?
Promover un mayor desarrollo digital no garantiza la inclusión financiera de las mujeres. Por el contrario, es probable que una mayor digitalización amplíe la brecha digital si no tenemos cuidado. Hoy en día, las mujeres en los países de ingreso bajo y mediano tienen un 7% menos de probabilidades que los hombres de poseer un teléfono móvil y un 15% menos de posibilidades de acceder a Internet a través de un teléfono, según un informe de la GSMA (PDF, en inglés). A menos que nos focalicemos en las mujeres a la hora de diseñar e implementar soluciones digitales, la disparidad se profundizará.
- Establecer bases equitativas. Necesitamos abordar las brechas de género en los prerrequisitos para la inclusión financiera y económica: propiedad de teléfonos, conectividad a Internet, identificación digital y obligaciones legales.
- Innovar para reducir los costos. Las diferencias en los ingresos y los medios de vida, las brechas en la movilidad y otros problemas hacen que el costo habitual de los servicios financieros sea prohibitivo para las mujeres. Tenemos que ser creativos con los canales y herramientas que reducen los costos y promueven una economía digital sólida y competitiva, incluidos los sistemas de acceso abierto, para abrir opciones, aumentar la competencia y reducir los costos.
- Mejorar las capacidades digitales y financieras de las mujeres. Las mujeres suelen tener menos conocimientos básicos de lectura, escritura y aritmética; una menor alfabetización financiera y digital, y no saben cómo abrir cuentas financieras. Ello limita su capacidad para utilizar con confianza los servicios financieros, y esto se puede abordar con programas educativos adecuados.
- Desarrollar servicios relevantes para la vida diaria de las mujeres. Es importante que los servicios financieros sean relevantes para la vida cotidiana y las necesidades de las mujeres. Esto se puede lograr, por ejemplo, vinculando los servicios financieros con los servicios esenciales que las mujeres necesitan, como la educación, la salud y el transporte.
- Diseñar y prestar servicios para atender las necesidades de las mujeres. Dado que las mujeres tienen más limitaciones de movilidad que los hombres, los servicios deben prestarse en lugares convenientes (i). La contratación de mujeres para puestos de liderazgo y de atención al cliente en intermediarios financieros también podría ayudar a garantizar que el diseño y la distribución de los productos consideren las necesidades de las mujeres.
- Mejorar la seguridad a través de una protección adecuada del consumidor. Nada erosiona más la confianza en los servicios financieros que el acoso, el fraude y la violación de la privacidad en línea. Según una nueva investigación de Daryl Collins (i), existen diferencias de género en la forma en que las mujeres perciben y experimentan las violaciones de la protección y la privacidad de los datos en línea. Los mecanismos y recursos de reclamos sólidos, especialmente cuando la capacidad y la fortaleza de los sistemas no son confiables, son absolutamente críticos.
Por supuesto, abordar estos obstáculos requiere tener en cuenta, y posiblemente cambiar, las normas de género. Las normas de género comunes que impiden la inclusión financiera de las mujeres incluyen la creencia de que los hombres son los clientes financieros más importantes, que las mujeres deben tener una independencia financiera limitada (o nula), que deben usar su dinero para beneficiar a la familia o a la comunidad, y que deben soportar una parte desproporcionada de la labor no remunerada del cuidado de la familia. Si no se encaran estas normas, los esfuerzos para eliminar las barreras a la inclusión financiera de las mujeres se verán limitados.
"En última instancia, podemos ayudar a más mujeres a participar en la economía digital. Esto no solo cambia la vida de las mujeres pobres; también puede beneficiar a las economías".
Cambiar las normas de género arraigadas requiere intervenciones más allá del sector financiero y enfoques intersectoriales. Sin embargo, los propios servicios financieros digitales podrían desempeñar un papel catalizador en el cambio de la dinámica existente y corregir las normas de género. En India, por ejemplo (i), los pagos digitales de salarios a las mujeres empleadas temporalmente en programas de obras públicas, combinados con la capacitación sobre el uso de cuentas, generaron un gran aumento en la actividad económica, la movilidad y el poder de toma de decisiones para las mujeres que sufrían restricciones sociales en el pasado.
Las estrategias exitosas para prestar servicios financieros más personalizados a las mujeres han implicado incorporar una perspectiva de género desde el principio e identificar diseños de productos y mecanismos de prestación que aborden las normas subyacentes y otras barreras para la inclusión financiera de las mujeres. Los esfuerzos deben estar dirigidos a empoderar a las mujeres (i) y considerarlas como clientes de los servicios financieros. Por ejemplo, los programas G2P (i) pueden tener mayor impacto cuando se diseñan teniendo en cuenta a las mujeres y se les dan más opciones (i) sobre dónde y cómo recibir los fondos.
Al enfrentar estos desafíos y ampliar las bases de la inclusión financiera de las mujeres, podemos ayudarles a aumentar su autonomía para que administren su vida diaria, alcancen sus objetivos, mejoren el bienestar y la resiliencia de su hogar, y tengan mayor participación y asuman el control de sus vidas. En última instancia, podemos ayudar a más mujeres a participar en la economía digital. Esto no solo cambia la vida de las mujeres pobres; también puede beneficiar a las economías. Por ejemplo, eliminar la brecha en las ventas entre vendedores femeninos y masculinos, podría ayudar a aumentar el valor del mercado de comercio electrónico del sudeste asiático en más de US$ 280 000 millones (i) entre 2025 y 2030.
Un llamado a la acción
La respuesta a la COVID-19 ha creado una clara oportunidad para aumentar la inclusión financiera de las mujeres y contribuir a su empoderamiento económico. Pero para que esto se materialice, es esencial incorporar una perspectiva de género inteligente en el diseño y la implementación de los programas de inclusión financiera, recuperación económica y transformación digital a nivel local, regional y global. Liberar todo el potencial de la inclusión financiera de las mujeres requerirá abordar las normas de género a través de la colaboración de múltiples partes interesadas en todos los sectores, no solo a nivel de la comunidad que trabaja en el ámbito de la inclusión financiera.
Hoy, el CGAP, la Fundación Bill y Melinda Gates y GIZ presentan tres compromisos para acelerar los avances hacia la inclusión financiera de las mujeres:
- Crear una sólida base de evidencias para la búsqueda de soluciones, que incluya datos desglosados por género de buena calidad. Hemos realizado investigaciones sólidas sobre las barreras principales para la inclusión financiera de las mujeres, y hay estudios de casos y experimentos que proporcionan información sobre lo que funciona. Sin embargo, siguen existiendo enormes brechas en la medición y las evidencias de qué funciona, para quién, bajo qué circunstancias y qué cambios de comportamientos se necesitan para ampliar las soluciones. Por consiguiente, esperamos contribuir a consolidar las lecciones aprendidas, identificar las brechas de conocimientos y explorar las soluciones. Incorporaremos la igualdad de género en todos los aspectos de nuestro trabajo para continuar creando una sólida base de evidencias orientada a encontrar soluciones para aumentar la inclusión financiera de las mujeres.
- Ampliar el papel de la inclusión financiera de las mujeres para lograr mayor empoderamiento y mayor impacto. Creemos que la inclusión financiera es un medio para mejorar la capacidad de las mujeres de generar ingresos, acceder a servicios esenciales y desarrollar resiliencia ante las crisis. Creemos que esto, a su vez, contribuye a un mayor crecimiento económico y una mayor resiliencia. Por ello, seguiremos aumentando los conocimientos globales acerca de los beneficios de la inclusión financiera de las mujeres.
- Impulsar las asociaciones en favor de la innovación, la acción y la reforma de políticas sobre el terreno. Promover la inclusión financiera de las mujeres requerirá nuevas alianzas, más allá de los actores tradicionales del sector financiero, especialmente para abordar las normas de género restrictivas. Esperamos alcanzar un consenso sobre qué papel pueden desempeñar los diferentes actores para contribuir a fomentar la inclusión financiera de las mujeres.
Nos gustaría invitar a todas las partes interesadas a unirse a nosotros en un esfuerzo concertado a fin de lograr una mayor inclusión financiera de las mujeres.
Soy la Presidente Ejecutiva y fundadora de Fundacion delamujer, la microfinanciera no regulada más grande y representativa en Colombia con una cobertura en el 92% del territorio nacional. Durante la pandemia hasta la actualidad nos dimos a la tarea de desarrollar productos y servicios digitales a nuestros clientes: mujeres (65%) y hombres de bajos ingresos, tales como: microcrédito digital, pagos digitales, un marketplace: oficinas de experiencia con espacios de coworking, centro de experiencia para interactuar con las soluciones digitales etc. Comparto el que si no se tiene cuidado se puede aumentar la brecha digital de nuestras clientes. Qué hacer para evitarlo y cumplir a cabalidad con el objetivo superior de impactar sus vidas positivamente?
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