La inclusión financiera como vía para lograr un mundo inclusivo, más ecológico y más resiliente
Al iniciar mis funciones como directora ejecutiva del CGAP, me gustaría empezar un diálogo sobre las prioridades estratégicas del CGAP en los próximos años. En este blog, haré un resumen de lo que considero son los principales desafíos y oportunidades relacionados con la inclusión financiera en el mundo. En artículos posteriores, analizaré algunas de las vías disponibles -y las reformas necesarias- para abordar estos desafíos y el papel que puede desempeñar el CGAP.
Espero que estas publicaciones promuevan conversaciones que ayuden a definir la estrategia del CGAP para los próximos cinco años. ¡Le invito a compartir sus opiniones en la sección de comentarios!
La primera vez que estuve frente a la urgente necesidad de servicios financieros más inclusivos fue en 2008, cuando visité a clientes de una de las instituciones de microfinanzas de India. En esa ocasión me di cuenta de la gran diferencia que había supuesto para los hogares pobres el acceso a préstamos muy pequeños en ese país.
Poco después, fui testigo del poder de la inclusión financiera para reducir la pobreza en otras regiones. En medio de la crisis financiera mundial, observé directamente el alivio que las garantías crediticias significaron para las pequeñas empresas más afectadas en el Caribe. También vi cómo el seguro de cosechas proporcionó un amortiguador esencial contra los impactos de los eventos climáticos en los ingresos de los hogares. Estas y muchas otras experiencias, no me dejaron ninguna duda: la inclusión financiera es un elemento fundamental en el desarrollo mundial sostenido.
En un mundo afectado por desafíos devastadores, incluida la pandemia de COVID-19, creo que la mayor prioridad para la comunidad mundial del desarrollo hoy en día es ayudar a reconstruir un mundo que sea inclusivo, más ecológico y más resiliente. La inclusión financiera es una parte indispensable de la solución.
"Creo que la mayor prioridad para la comunidad mundial del desarrollo hoy en día es ayudar a reconstruir un mundo que sea inclusivo, más ecológico y más resiliente. La inclusión financiera es una parte indispensable de la solución".
Contribuye a un mundo inclusivo, ya que proporciona los medios para que los pobres se empoderen, aprovechen las oportunidades e inviertan en su futuro. La inclusión financiera es particularmente importante para empoderar a las mujeres. Por ejemplo, pedir un préstamo suele ser la clave para ingresar en la fuerza laboral y desempeñar un papel fuera del hogar. La evidencia también indica que cuando las mujeres ganan o administran el dinero, este se utiliza de mejor manera en el hogar y los niños se benefician más.
La inclusión financiera promueve, asimismo, un mundo más resiliente (i) porque proporciona a los pobres y vulnerables medios para protegerse de las crisis. Y ayuda a crear un mundo más verde, ya que permite a los pobres mitigar los impactos del cambio climático, y adaptarse a ellos.
Por lo tanto, la inclusión financiera debe formar parte de la respuesta mundial a la COVID-19 y a muchos otros desafíos clave de nuestro tiempo. Si la pandemia nos ha enseñado algo, es que ninguno de nosotros puede estar seguro a menos que todos estemos seguros.
Sin embargo, para aumentar la inclusión financiera de manera importante en el contexto actual, debemos hacer cuatro cosas:
1. Subsanar las diferencias en materia de inclusión financiera, incluida la brecha de género
Pese a todos los avances logrados en la ampliación del acceso al financiamiento a lo largo de la última década, en particular a través del desarrollo rápido de servicios financieros digitales, una cifra estimada de 1.700 millones de adultos en el mundo (aproximadamente 1 de cada 3 adultos) no tienen aún una cuenta de transacciones básica. En los países menos desarrollados, el 65% de los adultos no posee una cuenta de este tipo. Alrededor del 56% de todos los adultos no bancarizados son mujeres, y la mitad pertenece al 40% más pobre de los hogares. A nivel regional, Oriente Medio, Asia meridional y África siguen estando muy rezagados. En cada continente, los países de ingreso bajo suelen estar retrasados con respecto a los países de ingreso alto y mediano.
Los países afectados por fragilidad, conflicto y violencia se encuentran aún más rezagados: en los países no afectados por situaciones de fragilidad, la titularidad de cuentas formales es el doble que en los países frágiles (69% frente a 31%, respectivamente). Entre los grupos demográficos, los hombres superan a las mujeres en 9 puntos porcentuales en cuanto al acceso a cuentas bancarias. Las personas que viven en zonas rurales, aquellas que trabajan en el sector informal y en la agricultura, los jóvenes, los migrantes y los refugiados son también los más excluidos del sistema financiero.
2. Ampliar el acceso a los servicios financieros que realmente ayudan a las personas a mejorar sus vidas
El acceso de los pobres a los servicios financieros se limita con frecuencia a tener cuentas de transacciones básicas (y cada vez más digitales). Esto ya es un gran avance: este tipo de cuentas permiten efectuar los pagos sociales y enviar y recibir remesas de manera más eficaz y menos costosa. Pero no es suficiente. En la actualidad, el CGAP y otros actores se focalizan en gran medida no solo en ampliar el acceso a cuentas, sino también en asegurar que las herramientas financieras permitan realmente a las personas pobres mejorar sus condiciones de vida. Para aprovechar las oportunidades en el futuro y crear resiliencia, los pobres necesitan también acceso a productos de crédito, ahorro y seguro adecuados a sus necesidades.
Aunque los servicios financieros digitales ofrecen un gran potencial en este ámbito, siguen existiendo brechas enormes entre las regiones, los sectores y los grupos demográficos. Por ejemplo, solo alrededor del 20% de los adultos en el mundo tiene acceso al crédito y solamente el 8% en los países frágiles. De manera similar, solo el 20% de los adultos en los países menos desarrollados es titular de una cuenta de ahorro en una institución financiera formal.
3. Comprender mejor la interacción entre la inclusión financiera y las finanzas verdes
Las comunidades de bajos ingresos son las más afectadas por los desastres relacionados con el clima y los impactos ambientales derivados del cambio climático. Ellas van a necesitar diversos servicios financieros para la mitigación, transición y adaptación. Entre otros, estos pueden incluir los servicios de remesas y ahorros (por ejemplo, para estabilizar el consumo durante períodos de sequía o de bajo rendimiento de los cultivos), micropréstamos (por ejemplo, para comprar activos más ecológicos, reconvertir fondos e invertir en agricultura climáticamente inteligente) y seguros (por ejemplo, para protegerse de las fluctuaciones en el rendimiento de los cultivos como consecuencia del cambio climático). Sin embargo, los productos financieros que se necesitan no están todavía disponibles para los pobres. Los modelos de negocios tendrán que adaptarse, y para ello se requerirán datos, recursos e innovación. Los esfuerzos mundiales para incorporar criterios ecológicos en el sector financiero podrían ayudar a los pobres en este sentido al impulsar un mayor financiamiento para soluciones financieras verdes. Pero estos esfuerzos podrían excluir aún más a los pobres si, por ejemplo, se focalizan sobre todo en proyectos climáticos de gran escala. Por lo que los marcos normativos y reglamentarios deberán ser también propicios.
4. Apoyar el desarrollo seguro de los servicios financieros digitales
Estos servicios representan una oportunidad única para acelerar la inclusión financiera. Existen más de 850 millones de cuentas de dinero móvil registradas en 90 países, y se realizan diariamente transacciones a través de estas cuentas por un monto total de US$ 1.300 millones. África subsahariana, donde el 21% de los adultos tiene una cuenta de dinero móvil, es el líder mundial en el sector del dinero móvil. Pero es necesario abordar los obstáculos y los riesgos. Las brechas de conectividad continúan siendo amplias, ya que más de la mitad del mundo en desarrollo sigue sin estar conectado digitalmente o no puede aprovechar los beneficios de la transformación digital en curso. Limitaciones jurídicas, reglamentarias, institucionales, operacionales y en el área de datos, así como problemas de financiamiento, pueden impedir el crecimiento de estos servicios y afectar su capacidad de beneficiar a los pobres. Los servicios financieros digitales crean también peligros, incluidos riesgos relacionados con los datos (ciberseguridad, privacidad de datos, escasez de datos), riesgos para los consumidores (sobreendeudamiento, fraude a través de las aplicaciones móviles, intercambios fraudulentos de tarjetas SIM, estafas en las redes sociales), riesgos relacionados con los intermediarios financieros (liquidez, solvencia, competencia) y problemas asociados con el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. Los peligros sistémicos son posibles cuando los intermediarios de servicios digitales se convierten en grandes empresas y cuando existen varias formas de interconexión en el sistema financiero.
Una agenda global
Materializar estas cuatro prioridades estratégicas requerirá más estudios y pruebas. Los Gobiernos, los asociados para el desarrollo y los actores del sector privado necesitan saber lo que funciona y debe ampliarse frente a lo que no funciona y requiere un cambio de rumbo. El diálogo entre el sector público y el privado es fundamental para garantizar que las políticas y los marcos regulatorios bien diseñados fomenten soluciones del sector privado cuando sea posible.
Aspirar a un mundo más ecológico, resiliente y más inclusivo ofrece una vía para lograr avances económicos duraderos que se compartan entre las poblaciones, fomentar una recuperación sólida y restablecer el impulso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Esta meta se alinea plenamente con la visión que tenemos en el CGAP de un mundo donde las personas pobres, en particular las mujeres, se sienten empoderadas para aprovechar las oportunidades de lograr una vida mejor y para crear resiliencia a través de los servicios financieros.
La propuesta de valor única del CGAP entra en juego para abordar la necesidad crítica de disponer de evidencia, modelos, diálogo y soluciones, especialmente para servir de fundamento a los programas de políticas y regulaciones a nivel nacional y global, identificar y ampliar los modelos de implementación exitosos, y establecer nuevas fronteras para la innovación.
No encuentro entre las cuatro prioridades un énfasis específico en los servicios de ahorro. El ahorro, en el texto, aparece después del crédito, de las remesas. En la primera prioridad está el acceso al financiamiento. Otra vez el ahorro es relegado, cuando es sin duda la estrategia de inclusión financiera que más protege a la población excluida. Mientras la innovación se ha enfocado en el crédito, el reto es innovar en modelos de ahorro que permitan afrontar la vulnerabilidad de las familias pobres. Ahí hay que apostar e incorporarlo en las cuatro prioridades.
Las acciones de las IMFS deben ser acompañadas por normativas de los órganos de regulación ya que muchas veces los reglamentos establecidos son un obstáculo para la inclusión financiera.
En DID creemos que los obstáculos para lograr la inclusión financiera digital se deben (i) a la poca accesibilidad al internet móvil (y también a la capacidad para su respectivo uso), a la información y las redes, y a la escasa movilidad de las personas; (ii) al desconocimiento de las instituciones financieras, a productos y servicios financieros poco adaptados al cliente y a la obligatoriedad de garantías; (iii) a las normas sociales y jurídicas desfavorables (propiedad, herencia, etc.) y a las trabas para obtener un documento formal de identidad.
Las mujeres se ven aún más desfavorecidas, ya que tienen menos posibilidades que los hombres de poseer un teléfono móvil, así como menos de acceso al internet móvil.
A nivel estatal, la puesta en marcha de una estrategia de inclusión financiera digital eficaz debe cumplir primero tres prerrequisitos:
• Una infraestructura fiable que respalde la red de telefonía e internet, sistemas de pagos interoperables y la identificación digital;
• Inversiones y políticas que apoyen tanto las tecnologías como las infraestructuras digitales;
• Una reglamentación financiera que integre los productos y servicios digitales.
Muy interesante artículo, unir estas cuatro principales temas son claves para la inclusión financiera, más importante aun en un contexto con mayor influencia digital, los pobres son más vulnerables a estafas y por ende a ser excluidos de los accesos financieros.
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