El llamado de atención de la pandemia: Las normas de género son importantes para la inclusión financiera
Estamos en el año 2022 y el mundo tiene la esperanza de que éste sea el año en que por fin termine la pandemia de COVID-19. Sin embargo, ante la posibilidad real de nuevas variantes, quién sabe cuánto más va a durar esto. Lo que sí sabemos es que 2021 fue un año difícil para casi todos, y particularmente difícil para las mujeres. Pero, ¿por qué la peor parte de la pandemia ha caído sobre los hombros de las mujeres?
Gran parte de la respuesta está en los roles de género (y las normas sociales que influyen en ellos). Esto se observa en la sobrerrepresentación de las mujeres en la primera línea, en particular en la salud y otros roles de servicios esenciales que no se pueden desempeñar en los hogares. Debido a estos roles, las mujeres estuvieron más expuestas a enfermarse. En muchos casos, los roles de las mujeres también las han obligado a abandonar la fuerza laboral remunerada para hacerse cargo de más responsabilidades dentro del hogar, incluido el cuidado de los niños, la escuela en el hogar y el cuidado de familiares enfermos y ancianos. Los costos que esto significa en términos de la participación de las mujeres en la fuerza laboral ha hecho retroceder décadas de progreso, y los costos de este retroceso perdurarán por un largo tiempo.
Pero incluso antes de la pandemia, la contribución económica de las mujeres estaba restringida. En la mayoría de los sectores y zonas geográficas las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres de participar en la actividad económica. Cuando sí participan, ganan menos que los hombres. La desigualdad de oportunidades, tales como el acceso desigual a la educación, los servicios de salud y servicios financieros, inhibe las posibilidades equitativas de éxito. Las normas de género que con frecuencia subyacen a esas dinámicas enlentecen el progreso hacia un desarrollo equitativo, la inclusión financiera y la justicia, lo cual resulta en una desigualdad de ingresos, en particular en países emergentes y en desarrollo.
Por lo tanto, .
La inclusión financiera afecta, y se ve afectada por, las normas de género
No tener acceso a servicios financieros es una de las desigualdades que limita la participación económica de las mujeres. No pocas veces, las normas de género son la causa primordial por la cual las mujeres continúan recibiendo una atención deficiente o siendo excluidas de los servicios financieros e incluso la causa por la cual cuando se mejora el acceso financiero, los beneficios para el bienestar de las mujeres pueden ser mínimos.
En primer lugar, las normas de género dan forma a las elecciones y comportamientos de las mujeres e influyen en lo que las mujeres pueden o no hacer. Con frecuencia limitan el control que las mujeres tienen de los recursos del hogar, acotando la demanda de servicios financieros por parte de las mujeres. Asimismo, crean barreras a los prerrequisitos para participar en el sistema financiero formal, incluyendo la participación en la economía productiva, autoridad en la toma de decisiones financieras, movilidad fuera del hogar, y la posibilidad de ser propietarias o tener acceso a activos tales como teléfonos móviles. En otras palabras, las normas de género limitan la capacidad de las mujeres para adquirir los ingresos, tecnología y capacidades para acceder a servicios financieros y utilizarlos.
Asimismo, las normas de género no afectan solamente el comportamiento de las mujeres, sino también el comportamiento de todos los actores dentro del sistema financiero. Estas expectativas y reglas informales afectan el diseño y prestación de servicios e imponen barreras para que las mujeres tengan acceso a y puedan utilizar servicios financieros, debido a sesgos en los algoritmos, ofertas de productos inapropiados y vías de prestación inadecuadas.
Imaginemos, por ejemplo, que un proveedor de servicios financieros (PSF) desea desarrollar un nuevo producto de crédito digital, contrata entonces a una empresa para que ayude a utilizar los datos internos del PSF además de fuentes adicionales de datos tales como pagos de servicios públicos, recargas de saldo de teléfonos celulares y tamaño de las redes sociales. El problema es que los rastros de datos de las mujeres son muy diferentes a los de los hombres, ya que pueden pagar o recargar saldo en sus móviles menos frecuentemente, o utilizar menos pagos de servicios (ya que es más probable que las facturas estén en nombre del marido). El científico que analiza los datos ¿tiene conciencia de esta diferencia? ¿La tiene en cuenta en el diseño del algoritmo? Sin tener conciencia de los roles de género, es probable que el algoritmo se construya en base a datos disponibles, más que en una comprensión de quién produjo cada tipo de datos. El resultado es que las mujeres pueden quedar excluidas del nuevo producto.
Las reglas informales también influyen en cómo se desarrollan e implementan las reglas formales, incluyendo las reglas que dan forma a los sistemas financieros. No se puede asumir que los sistemas legales y los marcos de políticas, tanto a nivel estatal como dentro del sector privado son de género neutro. Por ejemplo, las reglas sobre las herencias que favorecen a los hombres pueden reducir la propiedad de activos de las mujeres, lo cual les dificulta el acceso a servicios financieros tales como el crédito. Los requisitos de identificación para abrir cuentas que necesariamente requieren interacción con las agencias de gobierno, o la aprobación de un tutor hombre, pueden ser difíciles de cumplir en lugares donde las normas restringen la movilidad e independencia financiera de las mujeres. Incluso cuando las reglas formales tienen proactivamente como objetivo tratar a las mujeres y los hombres en forma igualitaria, las reglas informales con frecuencia significan que las personas o las organizaciones continúan discriminando a las mujeres.
Todo esto es por supuesto preocupante para las mujeres y sus familias, pero es también una preocupación para toda la sociedad. La participación laboral de las mujeres tiene importantes beneficios, incluyendo contribuciones al crecimiento económico general, mayor productividad y mayor diversificación económica, lo cual, a su vez, fortalece la resiliencia.
¿Qué se puede hacer para abordar normas de género?
Las normas sí pueden cambiar, y efectivamente cambian. Con el correr del tiempo las actitudes, expectativas y comportamientos evolucionan. Por ejemplo, la evidencia que ha surgido, sobre todo durante la pandemia, ha mostrado que las transferencias directas a las cuentas de las mujeres pueden aumentar la autonomía de toma de decisiones y el trabajo pago de las mujeres.
En Bangladesh, el Her Project ha ayudado a las fábricas a hacer la transición de pagar a sus empleados en efectivo a pagarles con pagos digitales. El programa combinó la capacitación de sensibilidad de género para los empleadores con programas de capacitación que les enseñaron a las empleadas mujeres a usar sus nuevas cuentas, hacer planificaciones financieras y hablar de finanzas con sus familias. A los empleadores también se les solicitó que proporcionaran a las trabajadoras una carta formal para compartirla con sus familias, en la que se indicaba que necesitaban una tarjeta SIM y un teléfono.
Al final del programa, la mitad de las empleadas mujeres de las fábricas habían abierto cuentas de dinero móvil, y una de cada cinco había comenzado a ahorrar en forma regular. Más allá de la inclusión, las trabajadoras a las que se les pagaba en forma digital sentían que tenían mayor control sobre sus sueldos. Hubo un 19% de aumento en la toma de decisiones conjunta con respecto al uso de los salarios de las mujeres y un 10% de disminución en el número de mujeres que informaron haber entregado su salario a otra persona.
Del mismo modo, los grupos de autoayuda de la India ofrecen una plataforma para la participación social y política de las mujeres. La evidencia sugiere que esto ha contribuido a un cambio en las actitudes en cuanto a cómo las mujeres perciben su propio poder en sus hogares y comunidades.
Los servicios financieros pueden contribuir a abordar normas de género perjudiciales. Pero esto solamente puede suceder si las entidades de financiamiento, los facilitadores de mercado y los actores de mercado reconocen y comprenden las normas de género e invierten en esfuerzos para abordarlas. Al entender y tener en cuenta las normas discriminatorias, los actores del desarrollo pueden contribuir a construir un sistema financiero equitativo que permita a los hombres y a las mujeres beneficiarse de las oportunidades económicas en forma igualitaria.
CGAP y CFI están abogando conjuntamente para promover la comprensión de normas de género perjudiciales que influyen en el comportamiento de diferentes actores del sistema financiero, así como también para promover soluciones que cambien las normas y mejoren la inclusión financiera y el empoderamiento económico de las mujeres. Durante el próximo año CGAP y CFI publicarán, por separado pero en forma relacionada, posteos en sus respectivos blogs para demostrar el poder que tiene comprender, considerar y desafiar las normas de género para el mejoramiento de los resultados de la inclusión financiera para las mujeres. Para saber más sobre cómo tener en cuenta las normas de género para promover la inclusión financiera y empoderamiento de las mujeres utilizando un enfoque de desarrollo de sistemas de mercado, lea la guía técnica de CGAP Abordar normas de género para aumentar la inclusión financiera: Diseñar para el Impacto (2021). Para obtener más antecedentes sobre la literatura existente, ver el informe del CFI Restricciones normativas a la inclusión financiera de las mujeres: Qué sabemos y qué necesitamos saber (2021).